Surge en el siglo XX. Los autores comenzaron a agruparse
bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a la ansiedad,
lo salvaje y la duda ante un universo inexplicable y recayeron en la metáfora
poética como un medio de proyectar sus más íntimos estados. Es por ello que las
imágenes del teatro absurdo tienden a asumir la calidad de la fantasía, el
sueño y la pesadilla, sin interesarle tanto la aparición de la realidad
objetiva como la percepción emocional de la realidad interior del autor.
Así, por ejemplo, la obra “Días felices” de Beckett
(1961) expresa una generalizada ansiedad del hombre sobre la aproximación de la
muerte, a través de la imagen concreta de una mujer hundida hasta la cintura en
el suelo en el primer acto y hasta el cuello en el segundo, mientras que en “El
rinoceronte de Ionesco” (1960) se muestra la ansiosa preocupación acerca del
esparcimiento de las inhumanas tendencias totalitarias mostrando a la población
de una ciudad transformándose en salvajes elefantes.
Entre los principales dramaturgos del teatro del absurdo
se cuentan René Marques, Alfred Jarry, Antonin Artaud, Virgilio Piñera, Eugène
Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet, Tom Stoppard, Arthur Adamov, Harold
Pinter, Slawomir Mrozek y Mijail Volojov. En España fue creado por Miguel
Mihura. Algunas obras representativas son:
Esperando a Godot, de Beckett y El
rinoceronte, de Lonesco, o de este último también La cantante calva.
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